Si bien la composición es menos productiva en español que en lenguas predominantemente analíticas y aislantes como el chino, estudiar la relojería de las palabras compuestas ofrece en el aula interesantes posibilidades de exploración, creación y juego.
Examinando los compuestos nominales del español se aprende lengua. Cada compuesto, por ejemplo, enseña varias palabras a la vez; el análisis de este tipo de unidades morfológicas, además, familiariza con patrones lexicogenésicos productivos y extrapolables, desarrolla la capacidad de inventar palabras e improvisar léxico y permite contrastar la lengua meta con la nativa en los niveles morfológico, semántico y conceptual. El vocabulario de las lenguas, efectivamente, ofrece un espacio epistemológico y lúdico inigualable.